" Hemos dicho que el poeta defrauda
la creencia puesta en él,
muy principalmente a las mujeres;
todas le escriben para conocerlo,
despues lo dejan desoladas:
es demasiado chic. "

viernes, 24 de junio de 2011













Nuestro bandido da vueltas en el desierto y perece en los laberintos rocosos de la desesperación. Justo cuando más lo necesita, da risa percatarse de que las piernas no le funcionan y para colmo las manos sí. Efectivamente pueden masturbar o incluso trazar una letra en esa cabecita mugrosa. Es entonces que comienza a escribir.
En seguida la parte posterior de la espalda se sumerge en el pasto. Las lágrimas se ven atravesar rápidamente el pómulo izquierdo hasta encharcarse en el oído. En otro plano el atardecer creado por calambres y a lo lejos esa silueta desnuda y dormida en una habitación que no conoce. El atardecer compuesto de fulgores incisivos y fumadas mal ponchadas se va disolviendo lentamente hasta reflejarse en la patilla bañada en sangre.
La lagrima, la misma lágrima que trazaba el pómulo y penetraba el oído es fría, fría como lamina de acero atravesando las entrañas, fría como domingo enterrado en la jodida muela punzante.
¡No te ocultes¡ ¡No te ocultes¡ Le llegan a la cabeza imágenes desesperadas de la discusión. El revólver espeta notas de consuelo, fragmentos de vidrio atravesando las corolas de la espalda. Fragmentos de vidrio implícitos en la mirada como rogando que todo se termine. Gritando ya basta. Gimiendo al compás de quien sabe qué clase de sustancia. ¿A cambio de cuantos poemas estás dispuesto a renunciar a lo único que alguna vez creíste sublime? -Se pregunta- No se… nada, no se… nada, no se… nada. La frase elevada como globo a punto de estallar retumba sobre sus pesados parpados, pero no recuerda muchas cosas, no recuerdacasi nada. Ese jodido olor a amoniaco.
Al día siguiente la lluvia apenas fracciona la nube y en la mañana esa clara impresión de alma débil, de regazo hiriente. Apenas puede recordar cómo era hace dos meses, o hace cinco. Apenas puede caminar, pensar claramente. ¿Cómo funcionaba el día en aquella época entonces? ¿Cómo funcionaba? Despertaba, eso lo recuerda, despertaba como gusano de fruta o como colilla salvaje, como gato madreado. ¿Y qué sucedía después? ¿Nada fue claro nunca? Se arrastra descompuesto sobre la cama y  logra alcanzar una libreta levemente mojada.

“¿En verdad me creí la historia barata de ser capaz de albergar las magnitudes de tal presencia? De tales días a tales horas que no hacen más que ampliar ese espacio de ausencia en donde claramente todo se consume hasta ser nada”.

¿En verdad ella nunca había extrañado ni siquiera el mínimo rastro de cariño suicidado? Supuso que no.  Escaleras de caracol que albergan cadáveres.  La gente que intento escalar y nunca logró nada.  Seria anormal la carencia de sensaciones y más cuando se está dentro de una vagina. ¿Entonces? La niebla silenciosa de la desesperación, del verdadero sentido de su mirada. Las cosas que calló cuando ella creía que solo se ausentaba. Las caricias que disparo hacia aquel vacío que nunca ocuparía su carne.
¿Qué podía hacer entonces si no beber toda la cerveza y acabar con la mariguana y bañar los enchufes de repeticiones patéticas? o leer todos esos libros en donde parecía que todo era una injuria  a ese horrible estado de confusión y soledad, de hambre y de sueño, de contenerse a llamar por teléfono y quedar muerto en las vías del tren. Una cama fría ocupada por un gato, mucha ropa y papeles regados.
¿Y los poemas? ¿Qué hay con los poemas? “Puedes seguir escribiéndolos” Eso dijo. Lo recordaba de maneras turbias, pero lo recordaba. “Puedes seguir escribiéndolos, no me importa, solamente, por favor, no me extrañes. Esto comienza a ser enfermo” ¿Y cómo carajo no extrañarte?  Gritó. ¡No soy un robot, lo sabes, es más enfermo escribirte un poema diario, es más enfermo leértelo mientras tú no escuchas nada, es enfermo saber que cada palabra se pierde en el vacío de tu indiferencia¡ “Mira, tus poemas me valen una mierda, ¿vale? Siempre y cuando no absorbas mi tiempo escribe lo que quieras, me da igual”.
La resignación forma parte de tu escalera, susurró o gritó o tal vez ambas. Eso lo supo desde antes de nacer y lo recordó detalladamente aquella tarde desangrada. ¿Recordaba Nadia aquella tarde? Le hubiese gustado que no. Los peldaños que desgastados por los antiguos paseantes se desmoronaban a cada paso, esa tarde, le enseñaron a no mirar las grietas, a desistir el descenso a la parte más dura de todo. Si ya se yo que nada es suficiente, y lo sé porque soy corte de esa tela, se repetía constantemente antes de cada trago. ¿Qué puedo ofrecer en esta tarde taladrada por la embriaguez y esta rara inmovilidad? (quiso decir eterna).
Picado lastimoso descompuesto solo a veces por una fumada o un simple trago. Pensó que nunca volvería a sentirse así. “¿Qué conmigo has aprendido a resignarte?  ¿puedo preguntar de donde sacas toda esta mierda?” Otro recuerdo fermentado en las entrañas “Duermes conmigo. Comes conmigo.  Coges conmigo. ¿Acaso has aprendido a resígnate grandísimo cabrón?, Me lamento, pero es mi culpa por intentar no hacerte daño”.
Aquel día en la madrugada le dijo que probablemente escribiría un poema en el autobús. Nadia se miraba en el espejo y sonreía. Es graciosa la escena. El protagonista llora en una vagoneta a las 6 de la mañana y el chofer lo mira a través del retrovisor. “Así son las morras mijo, despreocúpese”. Es preciso saber en qué momento pasa de ser un imbécil a un borracho desahuciado - piensa- una piedra, un cadáver.
Esta por supuesto la estupidez inherente a la tristeza, la estupidez más peligrosa de todas. La que ya perdió cualquier rastro de inocencia. ¿Y cómo se llega a esto? Casi todo es vano, la incapacidad de sentir culpa es tan real que incluso puede llegar a deprimir. En esta realidad nada tiene valor y si existen axiomas del tipo lógico son solo pilares inútiles de una realidad colectiva que resulta tan vacía como interesante, es decir oscila en un infierno de infinitas posibilidades. Desemboca en el albañal de lo inimaginable.
¡Come algo! ¿Cuánto tiempo has pasado sin probar bocado? Es entonces que le gusta ponerse a pensar en la muerte y en lo contingente que es incluso encriptado en las cobijas. Piensa en todos esos errores de los que él nunca tuvo la culpa. Defectos de comunicación con otros seres con culo en lugar de cabeza. Seres que al parecer sería mejor que estuviesen muertos. ¿Y qué podía hacer entonces si no pensar agradablemente y creer que las cosas no eran tan horribles? Se dijo como para tranquilizarse, “Después de todo no nacimos vestidos y la sangre bañaba nuestros miembros, nuestros cráneos”.
No pudo dormir en toda la noche, simplemente nunca quiso que amaneciera. Beber tres tazas de café y fumar un porro.

“Tal vez logre ordenar mis ideas y haga a un lado esta incapacidad de todo. Esta incapacidad de ejecutar cualquier acción que consideres valiosa. Solo lloro, hurto tonterías y escribo pendejadas. Pendejadas que sé que en nada te gustan y aun así te las leo. Que soy yo, si no la fracción de tiempo fantasma en la que te encuentras sumergida en un limbo apestoso en el que nunca pasa nada. Soy esa pintura estática carente de significados, de simbolismos, de realidades ridículas que se transgreden a cada instante. Bueno, después de todo, así se suponían las cosas desde un principio.  
Existe siempre el chico sensible y bello que hace feliz. El que entiende y ayuda. El afortunado con el que nunca te faltara nada. Por el que las mujeres lloran y los hombres ensombrecen. Y también por supuesto existen los otros, los que escriben los poemas. Uno elige su suerte. Uno se va por estupideces y lo verdaderamente necesario siempre queda de lado”.

¿Pero de que formas podía lograrlo entonces? Renunciar habría significado hundirse de rodillas y rogarle al destino que confabulase a su favor. Sobornarlo con alguna clase de consecuencia desconocida. ¿Pero existía acaso una consecuencia peor que la presente? Si en ese instante era la consecuencia misma, el producto de quien sabe cuántas razones dislocadas y vistazos equívocos. Era el producto del malentendido de una coincidencia.

“En estos casos es mejor comer algo rico  y descansar junto a alguien más agradable y sencillo, alguien que no esté contaminado con todo ese tipo de mierda pseudo artística y pueda a su vez comprar un buen vino y llevarte a tu casa”



Alejarse de la ventana y observar como la nube se aleja,
como el sendero se pierde,
como la luz se extingue y entonces
solo existe la noche

Reflexión:.
No puedes estar embriagándote cada vez que no desee verte
No puedes estar embriagándote cada vez que necesite de alguien más.
¿Pero qué hay de mi necesidad de jodida compañía?
Las muestras de afecto se limitan a beber cerveza
Y aplastarse en un exilio triste y cómodo llamado
Una hora y media de autobús

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