" Hemos dicho que el poeta defrauda
la creencia puesta en él,
muy principalmente a las mujeres;
todas le escriben para conocerlo,
despues lo dejan desoladas:
es demasiado chic. "

jueves, 24 de noviembre de 2011


  
2
Pero esta es la elipsis sobriamente calculada
Sobre ese distanciado muro
El giro recurrente del poema sin la voz
Fantasía mas cinematográfica que cierta del creer
Inútilmente
Que todos los gemidos
Pertenecen a ti




1
Mientras tanto voy a saciarme de esta soledad que abunda
multiforme Me saciare de siluetas y rincones, de versos
negros Cuantas mujeres tan delgadas y glaciales antónimas
de ti Cuantos hombres tan secos y toscos reflejos inertes
y repugnantes Cuanto semen y sangre pero más lagrimas
que nada Cuantas bebidas insatisfactorias o fumadas
al aire Cuantas bocas en cuantas vergas o cuantas vergas
en cuantas manos Cuantos ácidos y dulces Cuantas
tetas en el suelo o vaginas estrujando Cuantos huesos,
cuantos anos Cuantas rodillas raspadas por la tierra ya sin tacto,
sin aliento Cuantas piedras he de consumir en el zapato
a cada paso.
¿Cuantos días?
¿Cuántos más?









jueves, 17 de noviembre de 2011








Es entonces que escuchas nombrar un infierno
incrustado en la barra de los beduinos.
Una multitud de cadáveres emprende el regreso a casa
Lo escuchas nombrar;
Un camino amargo.

Si ya bien dijo Hegel:
Esto es
la caricatura de tu vida,
cuando el trago se precipita anestésico
en este pinche rincón infausto.
En un hotel que a ratos se transforma en bar,
o en el andén del metro que también es aeropuerto.

¿A que se deben estas letras, estos silencios,
estos dilers acompañándote en cada esquina?
Te grita que no lo necesitas y solo te hundes
en el melodrama de sus ojos.
El blues tristísimo y patético del no te engañes corazón
si ambos sabemos que mientes.

Escuchas un gemido o tal vez no escuchas nada,
ya no sabes en dónde empieza tu deseo.
Es verdad que no existen razones para seguir contigo,
pero a nadie le gusta estar solo
mejor quitarle las pulguitas a tu gato
cuatro vinos un acido
y que muerda todos los libros.

Estas tan estrellado,
grandísimo pendejo.
Es el mes de octubre y ya no hay más tempestades,
o tal vez las hay,
en ese lugar al que no regresaras jamás.

Solo necesitabas coger o cagar, comer bien,
anda, quédate conmigo, aunque sea una noche.

Y por algunas razones ya solo querías seguir drogado,
y sabías también,
     que solo existía algo mejor que eso,
y ese algo era huir,
huir en un performance vagabundo,
huir de un malísimo poema,
huir de las cantinas, de las putas,
huir de todos lados.

Siempre huir,
y sin pagar la cuenta.